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El 27 de septiembre, con motivo del 55 aniversario de la muerte del gran historiador, diplomático i político peruano don Raúl Porras Barrenechea (1897-1960), recordamos que este gran maestro de generaciones estuvo emparentado por el lado paterno con los Porras i Osores de Cajamarca (su abuelo Melitón Porras -¿cajamarquino?- fue alcalde de Lima en 1880) i mantuvo amistad con brillantes intelectuales cajamarquinos como Guillermo Luna Cartland (1895-1972), hijo del sanramonino Germán Luna Iglesias (prefecto de Cajamarca en 1911 i presidente del Senado en 1922), con quien participó en las reuniones para la reincorporación de Tacna a la Patria en la época de Leguía.
Como diplomático, Porras defendió a Cuba en la OEA durante el bloqueo yanqui (lo que le costó el puesto). Pero son sus escritos sobre el encuentro de Cajamarca los que quiero resaltar en esta nota, Porras afirma que "La derrota en Cajamarca no se explica simplemente por el arrojo de los españoles ni por el miedo de los indios. Tampoco se explica por los factores sobrehumanos alegados por ambas partes: ni el milagro del apóstol Santiago ayudando con su espada formidable a los españoles, ni la profecía de Huayna Cápac de que habla Garcilaso sobre la próxima terminación del Imperio y venida de unos hombres blancos y barbudos, a los que debían obedecer (...) Tampoco fueron los elementos materiales: las armas y los caballos de los españoles. Es cierto que infundían espanto los arcabuces y las cargas de caballería, pero la superioridad de armas españolas estaba compensada en la enorme superioridad numérica de los indios y el espanto primitivo causado por los caballos desapareció pronto. Los indios trataban de evitar a éstos eludiendo los llanos, combatiendo en las breñas, abriendo hoyos en los campos para que se despernancaran los equinos. En el sitio de Cuzco varios indios se cogían de las colas de los caballos impidiéndoles caminar. (...) En realidad el Imperio Incaico empezaba a derrumbarse solo. Era un organismo caduco y viciado, que tenía en su enormidad territorial el más activo germen de disolución. (...) Con Huayna Cápac se inició la decadencia. Huayna Cápac era aún un gran conquistador como su padre y abuelo, pero en él se presentan y se afirman ya los síntomas de una corrupción. La conquista de Quito es la pérdida del Tahuantinsuyo. (...) Cuzqueños y quiteños no formaban ya una sola nación, eran extranjeros y enemigos. (...) El olvido o desdén por las tradiciones incaicas llega, en este proceso de disolución, hasta la profanación. Atahualpa allana la huaca de Huamachuco que le presagia mal fin, derriba al ídolo y decapita al sacerdote. Huáscar desdeñaba las momias de sus antepasados, según Pedro Pizarro; y Santa Cruz Pachacuti le acusa de haber autorizado la violación de las vírgenes del Sol. Quisquis y Calcuchima realizan, aun, el mayor desacato concebible a la majestad de los Incas: la momia de Túpac Inka Yupanki fue extraída de su palacio, donde era reverenciada, y quemada públicamente. Pero, la nota más característica de este desquiciamiento, que perfila ya el desprestigio de la autoridad y el desborde sacrílego, es la acentuación de la crueldad. Atahualpa escarmienta ferozmente a los cañaris, haciendo abrir el vientre a las mujeres en cinta, y dar muerte a sus hijos." (Tomado de: La caída del Imperio Incaico, por RPB, 1935).
Como mencionamos al principio, en esta fecha también recordamos la amistad del maestro Raúl Porras con un gran intelectual cajamarquino, el poeta Guillermo Luna Cartland (1895-1972), quien participó de sus tertulias i debates en los años de la Reforma Universitaria en las aulas de la Universidad de San Marcos, en cuyos claustros fundaron ambos la revista Alma Latina en 1915. Allí también se encontraría con el historiador Jorge Guillermo Leguía (1898-1935), presidente de la Federación Universitaria de San Marcos e hijo del gran historiador lambayecano Germán Leguía i Martínez (quien estudió en el colegio San Ramón de nuestra ciudad i dirigió los combativos periódicos Juventud i La Locomotora antes de la guerra del Pacífico). La de Porras era la generación del Centenario, con nombres como Jorge Basadre, Guillermo Luna i Luis Alberto Sánchez, entre otros. Porras también conoció al mítico comandante Julio C. Guerrero, el militar cajamarquino que fue secretario del mariscal Cáceres i el autor de la idea de convertir al Perú en una serie de estados federales. Va, por estos motivos, un homenaje al maestro Porras i al recuerdo de sus amistades cajamarquinas.

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